El proyecto BroLi fue creado por dos jóvenes emprendedores uruguayos y suma innovación y solidaridad.
Hacer una librería solidaria. Ese era el objetivo de Víctor Fernández cuando notó que en Uruguay habían niños que no tenían acceso a libros. Su idea fue hacerlo a través de un modelo 1X1: por cada libro vendido, donaría otro a una escuela del país. Vio que podía funcionar, que podía generar un cambio, que donando un libro ya cambiaba una realidad.
Entonces comenzó por armar la humilde, rudimentaria y primera versión de BroLi, al poner en venta —a través de Instagram— los libros que sobraban en su casa. Por cada libro que vendía y siéndole fiel a la cualidad de “librería solidaria”, donaba otro e iba conociendo de cerca una realidad desalentadora: en una escuela del barrio Casavalle relevaron que en 9 de cada 10 hogares carenciados no hay ni un libro y esta situación probablemente se replique en otros lugares del país.
“Vi familias con acceso a dispositivos electrónicos, pero no a una tecnología de 5.000 años como son los libros”, asegura Victor y cuenta que el primer ejemplar que recibió esa escuela fue a través de una donación de BroLi.
El emprendimiento comenzó a crecer y dos manos no daban abasto, entonces consiguió un par más. Ahí fue que se sumó, a fines de 2020, Pedro Copelmayer en el rol de socio y BroLi adquirió otra dimensión. Hoy son tres los socios —Martín Brian como última incorporación en la parte tecnológica— y tres los empleados —uno que se encarga del community management, otro que es developer y un último que atiende el puesto de venta físico—.
“Decimos que buscamos democratizar la educación llevando libros. No vamos a solucionar todo el problema, pero la educación es un piano y nosotros podemos poner una o dos teclas”, dice Víctor.
A finales de 2020, él y Pedro se habían trazado el objetivo de donar 10.000 libros en los siguientes tres años. En junio de 2022 van 3.000 donaciones en 12 departamentos del país, miles de niños beneficiados, una página web que ofrece entre 10.000 y 12.000 títulos, un puesto de venta físico y una lista de proyectos a realizar que crece día a día.
Carácter innovador
Si BroLi tiene algo que lo hace único es la sinergia entre lo social y lo tecnológico. BroLi es innovación en la venta, en los canales, en los conceptos, en las oportunidades; es hacer las cosas de una forma más propia del siglo en el que vivimos.
A finales de 2021 anunciaron ser la primera librería de Sudamérica en aceptar pagos con criptomonedas. “Víctor me mandó un mensaje a las 9 de la noche contándome la idea y a las 2 de la mañana ya estaba hecha”, menciona Pedro. “Hicimos menos de 10 ventas a través de este medio de pago, pero lo interesante es que fueron realizadas con cuatro criptomonedas diferentes”. Hoy en día aceptan Bitcoin, Bitcoin Cash, Litecoin, Dogecoin, Ethereum, USD Coin y Dai.
Además, agregaron un umbral de volatilidad en el pago. “Si el valor del activo varía en el momento en el que la compra se procesa —ya sea para arriba o para abajo más de un 1 %—, el comprador es avisado para confirmar la compra”, explica Pedro y añade: “No está bueno que pase, en los casos de monedas muy volátiles, que haya una diferencia entre el precio que el usuario ve y el que termina pagando”.
¿Cómo gestionan la logística?
Por un lado están las donaciones y por el otro están las ventas. De los libros que reciben, más del 90% es través de personas que los donan para darles un nuevo propósito y desde BroLi solo fijan dos requisitos: que sean infantiles y que estén en buen estado. Sin embargo, solo un 20% de lo recibido se termina donando a escuelas.
Otra forma es a través de acuerdos con gente del sector. “Muchas veces pasa que una editorial le erra e imprime de más un libro que termina teniendo una menor salida de ventas. Eso hace que una cantidad elevada de libros buenos y en perfecto estado se quede en un depósito”, explica Pedro con la intención de llegar a acuerdos que permitan conseguir esos títulos.
Pero la otra cara del emprendimiento está constituida por los libros que venden al público y eso lo gestionan de una manera particular: prácticamente sin stock. Ellos trabajan con tres grandes proveedores que son Lucy, América Latina y Distribuidora Escaramuza, a los que les compran los libros solo cuando se efectúa una compra en la página web de BroLi. Eso les permite operar con menos stock y menos inversión.
“No teníamos dinero para alquilar un depósito, entonces nos preguntamos, ¿qué hacemos? La primera solución —y con la que arrancó Víctor— era subir los títulos manualmente a la web, pero repensamos el negocio y vimos la necesidad de automatizarlo”, explica Pedro: “Ahí fue que, a través de un proveedor externo y luego in-house con la ayuda de Martín, desarrollamos un scrapper que analiza los sitios web de nuestros proveedores, toma los datos de cada libro y los coloca en nuestra página”. Con ejemplos como este es que fundamentan que muchos de sus casos de innovación son “por necesidad”.
Primera biblioteca de obra para obreros y sus familias inaugurada como acuerdo social entre BroLi y el Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir)
Primera biblioteca de obra para obreros y sus familias inaugurada como acuerdo social entre BroLi y el Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir)
Hoy en día cuentan con la mayoría de los títulos que se mueven en plaza y buscan expandir su alcance a aquellos más de nicho. Una de las formas de hacerlo es a través de acuerdos de representación con editoriales y autores, como ya lo hacen con una editorial chilena. Lo que le plantearon a la empresa desde BroLi fue lo siguiente: ¿Para qué van a poner los libros en un barco, pagar costos de envío y esperar meses a que lleguen si pueden firmar un acuerdo de confidencialidad con nosotros, enviarnos los archivos e imprimirlos a demanda?
“Esto es algo cada vez más común, pero en Uruguay está llegando de a poco. Nosotros ganamos este acuerdo —que lógicamente no deberíamos haber ganado por temas de escala— simplemente por proponer un método nuevo”, asegura Pedro.
Parte de la receta es mirar una industria tradicional con ojos de personas que no estuvieron toda su vida en ella. A mediano y largo plazo tienen el objetivo de aliarse con un competidor para delegar la parte más operativa y logística y dedicarse a sus dos ventajas competitivas: la marca y la tecnología.
Una oportunidad ganada
BroLi es una librería nativa digital y así fue como consiguió ser lo que es. Sin embargo, fue una gran alegría para sus integrantes cuando consiguieron un puesto de venta físico bastante particular: una antigua garita de policía que data de la década del 30.
En 2021, el Municipio CH de Montevideo retomó un proyecto comenzado por el ahora fallecido y ex alcalde de la zona, Andrés Abt, que consistía en la entrega de tres garitas de policía en desuso a emprendedores. El llamado fue fomentado por la viuda de Abt, Analía Raurich, en conjunto con el Ministerio del Interior —dueño de las garitas— , la Agencia Nacional de Desarrollo e Ithaka —centro de emprendedurismo e innovación de la Universidad Católica del Uruguay—.
Broli fue uno de los emprendimientos seleccionados y al que se le entregó en febrero la garita ubicada en rambla República del Perú y Buxareo. Dos meses después, tras algunos arreglos y cambios, esta fue abierta al público.
Según explica Pedro, lo que hacen es llevar una especie de selección en base al stock —desde infantiles hasta novela gráfica—, porque todavía están conociendo al público de la zona: “Lo que también estamos empezando a ofrecer —en algunos casos particulares— es que la compra se efectúe por la web y el libro se retire en la garita”.
Otros proyectos
En un mercado tan tradicional, estas seis personas están marcando un ritmo diferente con conceptos más interesantes que el promedio. “Parte de las ideas locas que se nos ocurren no salen o no funcionan, pero en el medio alguna tiene éxito”, menciona Pedro. El primer desarrollo generado in-house fue “Benedetti Bot”, un bot en Twitter que lanza frases de Mario Benedetti cada una hora.
Ahora ganaron un fondo de US$ 5.000 para desarrollar una newsletter colaborativa: lanzarán NFT´s y cada dueño podrá escribir una pequeña historia que será enviada a cada suscriptor utilizando la tecnología de IPFS, un producto de Protocol Labs —empresa que otorgó el fondo—. Según explicó Pedro, el producto consta básicamente de un servicio de almacenamiento en la nube que, a diferencia de estar en una empresa —como puede ser Amazon, Microsoft o Google—, es una cadena de bloques. Esto permite guardar archivos de manera descentralizada que, una vez subidos, no pueden ser editados y resisten a la censura”.
Otro de los objetivos que se está materializando es el de solucionar la gestión y el manejo de libros para empresas, según explica Martín, socio encargado de la parte tecnológica. “Tenemos un proyecto con la Universidad de Montevideo en el que se está desarrollando una app que facilita la gestión de los libros. Queremos una solución más accesible para que la librería de la esquina pueda manejar su stock de manera más eficiente, rápida y barata”.
En definitiva, lo que intentan es hacer esas cosas que a una librería tradicional no se le ocurrirían por distintos motivos. Parte de eso entienden que es porque saben hacia dónde quieren ir y tienen claro qué los mueve: lo social y lo innovador.
— Creo que cualquier emprendimiento termina siendo una especie de canal para vehiculizar la personalidad; la nuestra es la de probar cosas y buscarle una vueltita más a procesos y productos sobre los que pensás que no hay nada para innovar.
Fuente INFOBAE