Penadés apuntó contra líderes del Partido Nacional por haberle retirado la inmunidad parlamentaria: «echaron a un legislador que llegó con los votos del pueblo».
Bajo el sol de una tarde primaveral, la Unidad Nº 19 del Instituto Nacional de Rehabilitación parece un bloque de concreto más, si no fuera por la rutina carcelaria. Huertas modestas brotan entre rejas, y un hombre de 58 años, con saco de lana beige sobre vaqueros gastados, camina con la soltura de quien ha hecho de la cautividad un territorio propio.
Gustavo Penadés, el exsenador del Partido Nacional que alguna vez fue el delfín del herrerismo, el arquitecto de campañas electorales y el anfitrión de fiestas legendarias en Punta del Este, concede una entrevista al Semanario Búsqueda que resuena como un trueno en el pantano judicial uruguayo.
Es el 25 de septiembre de 2025, casi dos años después de que su mundo se derrumbara bajo una avalancha de denuncias por delitos sexuales. «Soy inocente absoluto«, proclama con la convicción de un predicador arrinconado.
La conversación, publicada en la edición de esta semana de Búsqueda, se desarrolla en una sala austera de la prisión. Penadés, imputado por 22 delitos –11 de ellos contra menores de edad, incluyendo violaciones y abusos–, no titubea. Rechaza cualquier atajo procesal: «No voy a acordar ningún abreviado porque soy inocente. Nadie inocente asume culpas ajenas».
Acusa a una «red» invisible de orquestar su caída, tejiendo hilos desde la primera denunciante, Romina Celeste Papasso, hasta el condenado por trata de personas Jonathan Mastropierro. «Hay una cantidad de otras cosas que pueden ser. No sé quiénes más; si no, yo lo diría», suelta, dejando un rastro de sospechas que huele a conspiración política.
Critica a la fiscal Alicia Ghione por un trabajo «ilegal» y a los abogados del Consultorio Jurídico de la Universidad de la República por «engañar» a la Justicia. Admite, eso sí, una imprudencia: no pedía cédulas de identidad a sus parejas sexuales. «Tomaba todos los recaudos«, dice, pero el jurado de la historia –y del juicio oral inminente– decidirá si eso basta para absolverlo.
Penadés durísimo contra quienes lo señalaron con el dedo
Este no es un monólogo de víctima; es un contraataque quirúrgico. Penadés apunta sus dardos al Partido Nacional, su antigua casa. «Miserables», los llama a aquellos excorreligionarios que, tras quitarle los fueros en octubre de 2023, lo expulsaron del Senado como a un paria. Menciona de soslayo a Sebastián Da Silva y otros que han vertido «juicios de valor» en redes sociales, insinuando que su lealtad pasada –esa que lo blindó en escándalos menores– se evaporó cuando olió a debilidad.
«Yo hubiese actuado como siempre actué de otra manera. Y muchos de ellos saben que con ellos actué de otra manera«, advierte, un eufemismo que en el léxico herrerista significa: «Tengo facturas pendientes». Sus familiares, en entrevistas previas, han avivado el fuego: sospechan de «gente del Partido Nacional» en la trama. En un país donde las internas partidarias son guerras sin cuartel, Penadés pinta su encierro como un sacrificio político, no un ajuste de cuentas con la ley.
El caso Penadés: poder, lujuria y caída de un líder blanco
Pero retrocedamos al génesis de esta tormenta. El caso Penadés estalló en junio de 2023, cuando el Senado, por unanimidad, lo desaforó tras ocho denuncias iniciales de relaciones sexuales con adolescentes, algunas de ellas menores de edad. La fiscal Ghione, con la precisión de un bisturí, lo imputó por un catálogo de horrores: estupro, violación especialmente agravada, corrupción de menores y promoción de la prostitución.
Las víctimas, representadas mayoritariamente por el Consultorio Jurídico de la UdelaR, describen un patrón: fiestas en su chacra de Canelones o en yates de Punta del Este, donde el alcohol y las promesas de favores políticos lubricaban encuentros predatorios. Un libro reciente, «Gustavo Penadés: dos caras de un hombre con poder», coescrito por Carolina Delisa y publicado en abril de 2025, destapa testimonios inéditos: mujeres que hablan de presiones, de un hombre que usaba su estatus como senador para cazar presas vulnerables. «Era el rey de la noche«, relata una exhuésped, «pero el trono estaba construido sobre mentiras»
El proceso judicial ha sido un via crucis de prórrogas y vaivenes. Tras su detención en octubre de 2023, Penadés ingresó en la Unidad Nº 19, donde ha tejido una red de aliados internos. En febrero de 2025, un fallo controvertido le concedió prisión domiciliaria, argumentando riesgos de salud –su hipertensión y el COVID residual–, pero el Tribunal de Apelaciones lo revocó en 48 horas, devolviéndolo a las rejas con un mensaje implícito: la gravedad de los cargos no admite medias tintas.
En junio, la jueza Marcela Vargas extendió la preventiva hasta octubre, pese a que el plazo de investigación vence en julio. Ahora, con el juicio oral programado para inicios de octubre –aunque demoras técnicas lo acechan–, el caso pende de un hilo. La defensa, liderada por el penalista Ignacio Fernández, insiste en peritajes que cuestionan la credibilidad de las denunciantes, alegando inconsistencias en timelines y motivaciones económicas. La Fiscalía, por su parte, acumula pruebas forenses: mensajes de WhatsApp, testimonios cruzados y hasta un video de una fiesta que, según fuentes cercanas, muestra a Penadés en actitudes comprometedoras.
Penadés dice que todo está armado
Sobre la catarata de denuncias, le preguntan los periodistas de Brecha, Macarena Saavedra y Federico Castillo, ¿qué opina? ¿Por qué se sumaron tantas?
Y su respuesta fue ciertamente probable: “Porque todas están organizadas, justamente. Lo que a mí me parece increíble es que desde el mundo judicial nadie se haya preguntado: ¿y por qué esto ahora, y por qué en este momento, y por qué todos juntos. Y por qué los relatos son casi todos similares? Y por qué cosas que sucedieron hace 30 años fueron utilizadas como elementos para poder llevar adelante la acusación”.
Cuestionó además el tiempo que algunos de los denunciantes se tomaron para poder denunciar. “Es muy poco creíble que una persona soporte 30 años, como algunos de los denunciantes, sin haber hablado nunca de esto, cuando se trataba de una persona pública como yo. Estoy deseando que llegue el juicio para que mi defensa demuestre muchas cosas”, expresó.
Además, aseguró que muchas de las personas que le denuncian lo hacen “por dinero” y que hay “bastantes vestigios de homofobia”, a pesar de que no se quiere “victimizar”.
Pero, sobre los pesos pesados del PN que lo señalaron con el dedo acusador, Penadés alertó: “muchos saben que sé cosas, que no las voy a revelar jamás, pero tendrían que tener mucho cuidado a la hora de hablar”.
Fuente LR21






