miércoles, octubre 29, 2025

Messi, la Biblia y el calefón

Messi, la biblia y el calefón

Acababa de finalizar Argentina – Australia, partido de octavos de final de Qatar 2022, el “brazo de Dios” del Dibu en los últimos instantes del partido, y un Messi inspirado, hicieron que volvieran a latir los corazones de millones de argentinos. Lugares emblemáticos de las ciudades a lo largo y ancho del país se llenaron de banderas celestes y blancas y cantos futboleros, no faltan menciones a los pibes de Malvinas, al Diego o a eternos rivales como Brasil.

Debo reconocer que, a diferencia de otros mundiales, he visto casi la totalidad de los partidos de este “mundial de corrupción, sangre y antiderechos” como le han llamado en las redes. Denuncias de miles de muertos en la construcción de los estadios, trabajo esclavo y cercenamiento de libertades individuales, han sido las denuncias que han caído sobre la organización de uno de los principales eventos deportivos mundiales.

Grandes debates en las redes sociales “lo criticás pero no te perdés uno”, “nunca me gustó el fútbol y menos ahora con la corrupción” son algunos comentarios, además del infaltable “está armado para que lo gane Messi”, este último, bien típico de “argento contra”, quien seguramente haya opinado luego de la derrota con Arabia “Messi está acabado, no pasamos del grupo”. Pero la intención de esto, no es analizar los festejos, para eso están las hermosas imágenes que venimos viendo, sino tratar de comprender la convivencia entre el desánimo y la bronca diaria que se palpa en la calle, sumado a las graves denuncias sobre esta organización, con los festejos o estridentes gritos que pegamos con cada gol albiceleste, estemos donde estemos.

Argentina en cuartos, pero la leche y el azúcar no bajan de precio, la selección mejoró, pero el vecino de aquí a la cuadra sigue sin conseguir laburo. No debe haber carrera de periodismo, donde no se hable del uso del deporte por parte de la política, los claros ejemplos de la Alemania nazi en 1936 con los Juegos Olímpicos y la dictadura militar Argentina con el Mundial 1978. Vender una imagen para el exterior y dejar contento al interior, premisa básica en el tercer año de la dictadura que había derrocado a Isabel. Evento el del 78, que tampoco estuvo alejado de la corrupción, el EAM78 con el contralmirante Carlos Lacoste, o las dudas aún latentes, sobre la goleada argentina a Perú y demás.

Pero no es solamente en los regímenes totalitarios  que se usa el deporte como una distracción de la realidad. No hay gobierno que no reciba a los heroicos deportistas que traen un trofeo a su país o que cumplieron una digna participación, obviamente no todos con la intención de manipular ese triunfo en su beneficio, pero no son pocos los que si la tienen.

Este mundial, y el fútbol en sí, está cruzado por la política. Vimos las prohibiciones que emitió la FIFA para el uso de distintivos referenciales sobre equidad de género o diversidad sexual, acompañadas de sanciones a jugadores o multas a Federaciones si ello ocurría. Vimos las protestas con algunos gestos de algunos equipos en la primera fecha como forma de reclamo, dejando latente que, si las convicciones fueran más poderosas que la economía, quizás no se habrían presentado, algo que sí mostraron algunos artistas, como Rod Stewart por ejemplo, rechazando una suma millonaria por participar del evento.

Pero los entrecruces con la política no se dan solamente con el país organizador, hoy podemos leer debates en las redes sociales de Uruguay (que no pasó la fase de grupos), sobre el Maestro Oscar Tabárez y Diego Alonso, el ex y el actual técnico de la selección oriental. En los comentarios se menciona la afinidad de uno u otro con los gobiernos nacionales uruguayos, relacionando al anterior DT con el FA de izquierda que gobernó hasta hace un par de años el país, dejando entrever la posibilidad de que por ello, y no por las actuaciones del equipo, haya sido su reemplazo.

Por supuesto que Argentina no podía estar ausente, hace un par de semanas leíamos lo siguiente “Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina” (Ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos 13/11) y «Lo que debemos pensar ahora los argentinos es ver cómo ganamos, con Messi, el Mundial» (Presidente de la Nación Alberto Fernández 14/11), lo cual por supuesto nos horrorizó y criticamos, pero hasta que empezó el Mundial, mientras tanto, los problemas de los argentinos, inflación, inseguridad y otros, seguían.

Decíamos al comienzo, que había otros temas que se entrelazaban con el fútbol. Algunos cánticos de las hinchadas, mostraron que falta aún mucho por deconstruir en este mundo. La xenofobia y homofobia también dijeron presente en Qatar 2022. Tampoco faltó la referencia a las islas Malvinas, donde la locura etílica de algún gobernante, sesgó la vida de muchos jóvenes argentinos, en este caso, parte de la hinchada de México, mezcló la rivalidad y el orgullo deportivo herido, con una guerra que aún duele en nuestro país. Asimismo, este último tema, se menciona en la canción que resuena en cada festejo argentino y que incluye a Brasil, a Diego y a Messi.

No está en estas palabras la intención de negar el legítimo derecho a festejar los triunfos de nuestra selección, de hecho, como lo dije al principio, he gritado cada gol y festejado cada triunfo. Solo se trata de visibilizar la convivencia de ese festejo, que nos alivia los corazones y las cabezas por un ratito cada cuatro años, con la vida diaria.

Y ya me preparo para vivir los cuartos de final, mientras tanto, fútbol, festejo, pasión, patriotismo, dolor, corrupción, política y economía, todo mezclado y en un mismo lugar, como en Cambalache, pero en este caso, Messi, la Biblia y el Calefón.