martes, noviembre 18, 2025

Reforma Laboral de los 90

Reforma Laboral de los 90

La primera reunión internacional de trabajadores celebrada en París en1889 -con participación entrerriana a través de Alejo Peyret- lanzo una consigna universal de lucha: “trabajadores del mundo, uníos”, por 8 horas de   jornada laboral, 8 horas de descaso, 8 horas de recreación y cultura.

Por Prof. César Baudino

Esos anhelos, durante siglo pasado, se concretaron en algunos países, en otros parcialmente, y en los demás la sumisión de los trabajadores al capital continuó en diversas formas de explotación.

Esa progresividad en las conquistas obreras, conquistado con grandes sacrificios, a tenido un viraje contrario en los últimos 50 años. El capital, especialmente grande y monopólico, pasó a la ofensiva avanzado sobre esos derechos conquistados. En ese contexto los gobiernos privilegian las políticas económicas de incentivos degradando las condiciones de vida de los trabajadores activos y jubilados, ocupados y desocupados precarizando al extremo las condiciones laborales.

Reforma laboral peronismo menemista
En el año 1994 el 40% del empleo era en negro. La juventud ya no proyectaba a futuro porque la inestabilidad y la precariedad empujaban a vivir el presente y de la herencia de sus familias, el que la tiene. El gobierno estaba decidido a pulverizar los escasos derechos del trabajo que quedaron en pie tras la demolición iniciada en 1989. Medidas como la eliminación de la indemnización por despido, la caída de los convenios, la negociación por empresa, se encaminaban a extender el mapa de la precariedad a la totalidad de los trabajadores.
Ponemos aquí un relevamiento ilustrativo del diario Página 12 de setiembre de 1996. Es apenas una muestra de las patéticas condiciones de hiperexplotación que se extendían entre los “privilegiados” trabajadores del país.
• Seis de cada diez nuevos contratos son por tiempo determinado.
• Tres de cada desocupado están dispuestos a aceptar sin condiciones un empleo.
• 80.000 medieros que trabajan en quintas del gran Buenos Aires hasta 14 horas, en negro, y por 300 pesos/dólares.
• Los que cobran peajes en las rutas no tienen turnos fijos, los francos son rotativos y los despiden sin indemnización.
• En cada cadena de comida rápida no hay francos el fin de semana, los contratos son por 6 meses y renovables, hay obligación de realizar cualquier tarea y la antigüedad promedio es de 4 meses.

La intención del gobierno es presentar como causa del desempleo la rigidez de la legislación laboral, para argumentar que la eliminación de los derechos adquiridos por los trabajadores a lo largo de casi un siglo resuelve ese problema, no hizo más que poner sobre el centro de la escena una situación que, en realidad, existe en la Argentina desde hace largo tiempo. No son pocos los trabajadores que hoy pueden dar testimonio acerca de la flexibilización laboral y las consecuencias que acarrea sobre la vida cotidiana. La idea que tienen es transformar en norma lo que ya está ocurriendo desde la dictadura militar en adelante con algunas pocas excepciones a la regla. Es esa estrategia del poder, lo funcional es la creciente tasa de desempleo, el aumento de la informalidad, el cuentapropismo y, en consecuencia, el aumento de la precarización. La desocupación no sólo afecta a los trabajadores que están en esa situación, sino que transforma en rehenes a los trabajadores que están ocupados, obligándolos a aceptar la degradación absoluta de sus condiciones laborales, e incluso su nivel salarial. El desocupado garantiza la precariedad y, a su vez, degrada en extremo las condiciones laborales en las que vuelve a ingresar.

El abogado laboralista Héctor Recalde daba su visión focalizando en “dos fenómenos simultáneos vinculados con el modelo económico. Uno es normativo y derivado del retroceso total de la legislación laboral: la precarización. El otro es la desocupación, que genera un problema no sólo a quién no tiene trabajo. El que está trabajando vive aterrado de recibir un telegrama, y los patrones abusan de esto para aumentar la tasa de ganancia. Entonces se imponen rebajas salariales, turnos de 12 a 14 horas de trabajo sin el cobro de horas extras, el cambio de tareas, y la polivalencia funcional que llega a niveles de que un técnico electricista, por ejemplo, está obligado a barrer con la escoba porque en ese momento no tenía trabajo en su especialidad. Este problema es mucho más grave, porque con esta especie de chantaje el trabajador ni siquiera se defiende a sí mismo. La prueba es que hay menos juicios laborales a pesar de existir un mayor incumplimiento legal”.

¿Modernización laboral o vuelta a las condiciones de explotación de siglos atrás?

Notas similares del mismo autor

El Estado Liberal – Opinión